EL LOCO VIAJE

En el muy católico pueblecito de Sant Andrius, se construyó el más loco de todos los sanatorios para enfermos mentales. Mi abuelo propuso, como cada Navidad, viajar hasta allí para honrar la memoria de sus compañeros caídos en alguna de las últimas guerras que dejaron el Continente tiritando, desnudo. Fragmentado en millones de pedazos de almas, errantes desde entonces.

 

Por los alrededores, cuando menos lo esperas, sale a jugar la cabra que llevas dentro como ya hiciera aquella Virginia de ojos como túneles, negros hasta la náusea. Su novia y la de muchos camaradas de mi abuelo. Un rebaño de cabras, es justo lo que transita por el bosque familiar, entre sus ramas genealógicas, como un escalofrío más de los que ocasionó la Guerra Grande.

 

Una arboleda navideña anunciaba paz, justo a la entrada del Hospicio Mental de Sant Andrius. Pero el abuelo rozó sus bolitas colgantes y sin despedirse ni darnos la paz se dejó engullir tras sus puertas. Nadie nos dijo entonces hacia donde debíamos ir. Tomar la salida del pueblo requería un esfuerzo de veinte pasos y un chocolate caliente para llegar sanos y salvos al autobús de la tarde. Pero nunca llegó ese maldito cacharro más que en mis oraciones.

 

Junto a la cabina que vigila el café Les Vaches, Mildred se dispuso a desplegar en las mesitas arropadas con manteles blancos, una especie de crema pastosa de mantequilla…toboganes sinuosos de manteca dorada y amarilla como los campos de trigo en un verano largo. Fue allí donde, como maletas de cuadros infantiles, alguien nos depositó por unas horas, luego una mañana entera, y una tarde; hasta que llegó la noche y la muy católica camarera Mildred, nos acogió en el cuarto de los sueños.

 

Aquella noche dispusimos de la Guía de Viajes, más fascinante, que soñar pueda un niño sin dinero y con toda su familia loca de atar; encadenada para siempre a los muros del Hospicio.

 

La mantequilla, a esas alturas del desayuno ya resbalaba por los ángulos del mantel blanco y se precipitaba hacia los adoquines incrustados en el suelo como pétalos desordenados, -sedimento sedoso-. En aquella esquina siempre era invierno. O estaba a punto de ser invierno justo antes de llegar el frío. Por allí desfilaban los libros de las escritoras más famosas, y por alguna extraña coincidencia, mostraban en el lomo diminutas manchas grasientas, como huellas de alguna nube blanca que se hubiera manchado al ser pisada con pies de barro. Esas motas mugrientas, salpicaban casi siempre el nombre de la autora, como si el cliente del café Les Vaches, no tuviera servilletas a mano y de ese modo, el libro, con sus letras del color de las ciruelas, le bastara para limpiar de sus dedos, la mantequilla que Mildred había puesto en las tostadas.

 

Allí los libros tropezaban con los vasos de zumo, los panecillos integrales y los huevos cocidos. Raro era el libro que no aparecía marcado por el chapoteo del café, que al esparcirse caliente sobre la hoja. Entonces ésta, quedaba arrugada, formando una pequeña uva pasa en mitad de los renglones. Otros libros aparecían con marcas de dudoso color anaranjado y trazos de alguna partícula, como si del manotazo, alguien hubiera matado un mosquito y arrebatado a la fauna un ser tan diminuto como repugnante.

 

Los libros del café Les Vaches desayunaban como uno más, y se manchaban de las comidas que Mildred servía en las mesas, pasando a ser reliquias de café, flores de bar, harina madrugadora de biblioteca. Nadie que tome bollitos con mermelada, desiste de la lectura que Mildred deposita junto a las teteras y las tazas de porcelana. Esta costumbre la inició cuando la Guerra del Papel, transformó en objeto de lujo los periódicos. Algo incomprensible, puesto que aquella sangría pulposa, en nada afectó a los libros. Al menos así nos lo hizo creer.

 

Con los años supimos, que alguien con una generosidad del tamaño del cielo, proporcionaba a Mildred aquellos libros que luego el cliente manoseaba con manos de mantequilla. Libros donde aprendimos que París fue la amante de mi abuelo; Rusia su esposa, -la abuela-; Roma el jardín de nuestra infancia; Londres, un padre ausente y Sant Andrius nuestro destino.

 

Un día con TELMO

El verano ha ido alargando sus brazos de mar, haciendo castillos en algunas playas más que en otras. Mi playa ha sido un amasijo de estrellas caídas en desgracia por obra y desgracia de la contaminación lumínica que arrasaba el cielo de Madrid, justo la misma noche en que se produjo el diluvio de PERSEIDAS. Sigue leyendo

Me fui a por uvas

Cuando uno se pierde en un bosque urbano inhóspito, con parafernalia de camillas, ambulancias y esas otras urgencias hospitalarias donde uno se desangra por la herida del miedo y no hay oxígeno en el mundo que tapone la hemorragia…entonces es cuando uno se da cuenta de la aplastante soledad que la vida nos tiene preparada como trampa para conejos.

bOSQUEANDO

bOSQUEANDO

Yo fui a por uvas sin cesta de mimbres y caí en el cepo hasta el cuello. Tenía pensado hacer un bizcocho de frambuesas y otras frutas, pero el bosque me trajo la oscuridad como regalo de Reyes Malos, tal vez merecidamente por haber sido bicho malo en la pajarera de Twitter, el caso es que fui a por uvas…me fui muy lejos y hoy parece que alguien me llama para que abandone la negrura.

Durante meses he visto penumbras como única compañía y algunas de esas turbiedades tienen nombre y apellidos. Pero… ya qué importan! si con la luz que de a poco va entrando por las ranuras, esas oscuras nieblas y esas malas sombras, empiezan a evaporarse como el bosquejo en el que anduve perdida y a por uvas…

Uvas traigo

Uvas traigo

Hoy me preguntan algunos qué ha pasado para tanto silencio, para esta huida hacia atrás y yo les digo que hay emboscadas muy traicioneras que te alejan del camino, te desvían te succionan y te apartan como si tu destino ya no fuera el que creías ayer… Y es entonces cuando te vas a por uvas…a HACER PUÑETAS vaya… y quieres agarrarte a algún tronco, a alguna ramita de olivo, al ala de alguna mariposa, quieres aferrarte a lo que siempre habías llamado FE, pero…nada que no encuentro ni el asa de mi corazón…

El miedo ha sido más fuerte que la fe, la templanza o la razón. El miedo a perder a mi madre me ha convertido en un manojito de uvas pasas. Me arrasó y así estoy…encontrando poco a poco el hueco que dejé. Y ahora compruebo que el hueco es más hueco y en él todo hace eco.

El miedo ahora es un tatuaje incómodo que permanece como un mal recuerdo de las noches de hospital…

Un verano de bodas

Al llegar a casa he visto descender del cielo todas las estrellas de este verano 14.0

Un verano más, llamado a desaparecer hoy mismo con tanto frío y tanto jersey revoloteando por los armarios blancos. He visto descender las estrellas a la misma velocidad que la temperatura y luego he cambiado el color de las paredes. Del azul del mar he pasado al verde del jardín, al color mandarina de las tardes que anticipan el otoño con toda su magia de castañas y hadas

Boda marina

Boda marina

Confeti

Confeti

Un verano de bodas, de amor, luz, y mas amor, bodas blancas en Portugal y bodas de miel en Sicilia. Ha llovido amor nupcial por todas partes. Las cuatro esquinitas de mi verano de bodas…. del Atlántico al Mediterráneo pasando por el faro de mi pueblo, en un extremo de Extremadura. Más luz, más amor amaneciendo en los tejados rociados de besos y gatos solitarios que buscan a otros gatos solitarios.

Ha sido el verano del «SI QUIERO» ¿hasta cuando??? Tuttis giornis de la mía vita. Beatriz… Rosana más luminosas, más blancas que sus trajes blancos, más estrellas para el cielo de este verano que se las lleva todas, con sus cuatro lunas rojas, redondas, rotundas.

Y al llegar a casa, al deshacer las maletas, se han vertido sobre mis ojos los recuerdos de bodas: confeti confeti confeti blanco!!! Almendritas blancas fluyen por todas partes. Ellas esparcen por mi casa otoñal, minúsculas partículas del amor que perfumó aquella noche en Palermo… Un rumor de frutas me viene a la memoria, y de nuevo ese perfume intenso que te envuelve cuando alguien te cuida, te ronda, te ama sin tu saberlo… Alguien que no volverás a ver pero por un segundo te ha dado confeti, lunas, estrellas y más confeti!!!!

Y al terminar las bodas, la distancia, el viaje de los novios muy lejos. Y yo que vuelvo a casa a preparar mi artículo de los domingos, llena de amor, de una luz intensa que me hace ver el mundo mejor que ayer, llena de almendritas blancas, de recuerdos de mi VERANO DE BODAS.

Cosas tardías

A veces suceden cosas en los años que has dejado atrás que inútilmente regresan al presente. ¿Ya para qué? ¿Por qué ahora que nada se puede hacer? Ahora que todo es irreversible…

Cuando quieres algo o a alguien tiene que ser en ese momento, sino…. ¿qué sentido tiene que años más tarde lleguen a tus orillas los restos de un naufragio?

Enero ha caído en mi mesa como una losa gigante de granito, como un tanque pidiendo muertos en las calles de mi ciudad, como un ogro hambriento de vísceras. Enero estúpido.

Y de repente TOC TOC llaman a la puerta de mi casa en mi ciudad asediada y dejan sobre la alfombra mojada de barros y lluvias un regalo

, sin envoltorio ni lazos ni perifollos, sin tarjeta de presentación, sin citas a ciegas, un regalo para mí, sólo para mí… tarde ¿no te parece? hace años que no acumulo cosas tardías, hace años que no me alimenta el pasado.