El borreguito feliz

Sí hoy es el viernes más feliz del pre-invierno, ese día en el que procedo al ritual de «la lana», acaricio la angorina de mis prendas favoritas y el tacto dulce de los abrigos. Toda mi casa es una fiesta de cajas abiertas que afloran lo mejor del pasado invierno. El color tostado, el espeso chocolate y la chispa de la frambuesa lo inundan todo.

Algunas faldas de lana, bufandas de pura lana virgen, jerseys de cachemira y el chubasquero azul de las intermitentes lluvias urbanas; también las botas de campo que te salvan de cualquier riada.

Salen de la caja sin permiso mis inseparables pantalones de pana y los gorros que ya se han posado en la percha a modo de manzanas en el aire. Enredos y accesorios para el invierno

La ropa quiere salir y emprender el viaje de invierno

Manta a dos

Jarabe de invierno

; mi estimado y añorado invierno que me trae castañas asadas, higos y mandarinas mientras dialoga conmigo en la ventana.

Se esparce y retuerce por mi casa una madeja de lana que intenta frenar los latigazos de frío que entran ya a raudales por las puertas aún vestidas de verano, desnudas ellas como heroicas estatuas de catedral.

Sí, hoy llega al salón alfombrado de esencias turcas, el borreguito feliz que me da su lana en forma de calcetín y pijama. Tengo todo el día para desempaquetar  la ropa que piden mis armarios.

Feliz invierno.

Imperturbable niebla

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Esta mañana fue imposible entre la niebla alcanzar a ver tu ventana, tan lejos tan cerca, tan luminosa tan tibia y tan acogedora. En mi ventana una niebla imperturbable me arrebató los veranos recientes y por un momento creí llegar arrastrando mis pies a diciembre. Otra vez el barullo de lazos inoportunos y corazones de celofán. Otra vez la sobredosis de azúcar y la felicidad impostada… con lo bien que se vive en abril, haciéndole un hueco al silencio, a la siesta y los paseos desnudos de artificio…

Te regalo mi ventana, antes de sucumbir al invierno.

El hotel de olvidos

Dicen que en algún rincón de la Provenza, recuerdas? acariciando las aguas del Ródano se esparcen lilas y entre ellas vuelan inalcanzables las páginas de un libro que alguien dejó olvidado en un hotelito de piedra. De allí viajó a La Toscana y se hizo pájaro. Voló sin  dueño por viñedos y olivares nostálgicos que siempre esperan pacientes la llegada del viajero.

Allí vuela en espiral, como el humo de un café recién hecho en la cafetera de Renata, y se pasea por los pueblos pequeños en busca de un rincón en el que ordenar sus hojas y arropar sus personajes. Sí, hoy es un día propicio para compartir «Bajo el sol de La Toscana«, con los calcetines puestos, la manta enredada al cuerpo y el recuerdo de aquél hotel entre lilas que dejamos apuntado en la lista de lugares inolvidables.

Allí crearon una «olvidoteca», una librería para libros olvidados, libros que dejan nuestra pista en cada habitación de hotel y alguien termina por nosotros. Recuerda siempre que en la Provenza aún vuelan entre lilas y aceitunas un puñado de hojas sueltas…las hojas del libro que nunca terminamos y ahora duermen al calor de una estantería bajo el sol de La Toscana.

Los dulces y la miel

Y llegó el miércoles y se inundó la casa de olor a galletas tostadas, a masa recién horneada…llega de lejos un golpeteo monótono de peloteo infantil que dibuja la ventana de recreos y algodones. Habrá un cumpleaños esta tarde, huele a polvos de vainilla y se amontonan las bandejas con moldes de paraguas, elefantes y flores por la cocina de la casa de al lado. Habrá un cumpleaños, seguro.

Hoy no es día para leer periódicos, paso visceralmente de sucumbir a la jauría de titulares…mejor seguir la ruta ociosa de un paseo por el mundo y luego degustar galletas sin más, por el placer de coleccionar un diminuto momento.

Un martes difícil

Hice las maletas ayer, metí las ropas del invierno y supe que el color de los vestidos ya no luciría en el tendedero. Supe que es hora de braseros y balcones de luz. Tengo la mesa dispuesta los lápices afilados y las acuarelas dispersas por el techo blanco del saloncito que cobija todas las meriendas. Es martes y hemos inaugurado el tiempo de las castañas asadas, los paseos envueltos en bufandas y el adiós definitivo a la postal del último verano

Marea

Siempre hay una salida al mar, para evitar los destrozos de este naufragio llamado domingo. Una salida noble sobre aguas pacíficas que son devueltas al Océano Atlántico en mareas que van y vienen que marean si las miras profundamente. Marea de interior que se bebe de un sorbo la tarde bajo la atenta mirada de un faro y el ulular curioso que aflora en las ventanas de cualquier hotel…inquilinos   buscadores de paisajes que se alojan en hoteles acantilados. Hoteles que bordean el mar de Portugal sin atisbo de ley de costas ni atropellos burocráticos. Marea verde que hace esgrima con la naturaleza

Confusión de confusiones

Luz de viernes sin embargo en la trastienda del fin de semana se intuye un tumulto de silencios, de increíbles momentos robados a la madrugada. Será viernes pero hasta aquí no suben los olores del cafetal ni el aroma penetrante de su Colombia natal.

He recibido una carta plagada de frases inconexas, revoltijo de sustantivos sin aditivos que ayuden a pasar el trago. Escribe el autor derramando el pulso en una hoja hostil sus más oscuros sueños y vacila en el adiós. Será que no halla el modo de firmar la paz.

Luz de viernes en mi ventana. Se agolpa el sol violentando los muros de esta casa en construcción, y es ahí donde pierdo el hilo de la cordura a tono con la carta de un poeta que llega envuelta en confusión. Confusión de confusiones me confiesa.

Todo está dicho, J, M. Coetzee sobre la mesa y yo sin saber que «Verano» estaba en  él.

En todos los otoños que hemos dibujado y ahora forman parte de una colección difusa y algo confusa…como su vida que es pura Confusión de confusiones.

Volverá y traerá café, ron y periódicos con sabor a taberna canalla. Vendrá con la pasión del viaje tatuada en la  mirada y preguntará ¿Cómo te va la vida? y habrá otras mil respuestas inconexas.

Los faros que no alumbran

 

Los faros ya no alumbran como antes

Los faros ya no alumbran como antes

Hoy martes se despereza Octubre con las garras afiladas de furia pero ansiando verbos de paz. Por ello he buscado encender luces en mitad de estas mareas agitadas haciendo de mi cuerpo oleaje abrupto contra los faros que emergen de la tierra avistando tormentas.

Quisiera atrapar la espuma que encadena unas mareas a otras y envolver el cuerpo herido de cada faro que alumbra la oscuridad marina. Cuerpos erguidos de tanto siglo esperando el beso de los marineros, o las cartas mojadas de tanta heroína abandonada a su soledad.

Aquellos hermosos faros de Jamaica, asomados a la bahía ensangrentada por la muerte de mil ballenas atolondradas que perdieron el Norte…faro de Jamaica que estás en la foto de aquél verano fatídico en que se hundió toda esperanza.

FARO que estás en mi memoria apuntalando los clavos de un sacrificio sin más tributo que el de una amistad hecha añicos. Faro que alumbras al mundo, guíame y después…arrójame al mar del que vine para buscar tu luz.